Con Ese No Te Juntes es un programa de radio conducido por Gustavo Pizzata Pace.
Un espacio de reflexión y de complicidad cuya consigna es compartir.
Con un embriagador estilo que te transporta a la medianoche, a un living de luces tenues, una copa de bourbon, o de un vino añejo y la mezcla justa de reflexiones, anécdotas y relatos, la propuesta es más que recomendable.
La cita es los miércoles de 17 a 19 hs. por www.radiovisuallafarfala.com.
¿Cómo y cuándo nació tu relación con el medio?
Tuve un proyecto compartido con cuatro compañeros de teatro. Veníamos de las tablas y surgió una idea, que era armar un programa de radio donde la idea principal era hablar de cosas que tuvieran que ver con el teatro y algunas variantes.
El programa se llamó Improfesionales y originalmente, cuando arrancó, éramos cinco. Tres compañeras, un compañero y yo. Donde cada uno tenía un segmento en el cual compartía algo de elección propia.
Anteriormente había tenido participación en programas de amigos, pero en calidad de invitado. El espacio propio, por así decirlo, fue Improfesionales.
¿Cómo nació "Con Ese No Te Juntes"?
Surgió, primero, por invitación de Diego Asmad, director de la radio y del multiespacio cultural La Farfala, que está en General Rodríguez.
Nos conocimos cuando él tenía un centro cultural en Villa Crespo, llamado La Farfala. Íbamos con el grupo con el que hago teatro y trabajamos en ese espacio durante dos años. El lugar cerró y Diego se estableció en General Rodríguez donde consiguió un espacio en una radio comunal, el cual ocupaba casi todas las mañanas. Entonces él, conociendo algunos gustos míos, me hizo la invitación. Si bien me interesaba la propuesta no la llevamos a la práctica por diferentes razones.
Después surgió esto de la pandemia y en ese lapso, consiguió un espacio físico para instalar todo un multiespacio como el que tenía en Villa Crespo. El lugar es amplio, por lo cual aprovechó y armó un estudio de radio con equipos de última generación. También cuenta con cámaras para transmitir por internet. Ahí fue cuando me convocó y me explicó que más que un momento en un programa, le gustaría que yo estuviera al frente del mio propio.
Opté por la mitad de la semana y quedamos en los días miércoles de 17 a 19 hs. Me puse a pensar un nombre que identificara lo que quería compartir. La idea era hablar de cosas muy mundanas. A mí me gusta el whisky. Lo bebo socialmente. De a poquito fui afinando el paladar. En su momento tuve un emprendimiento gastronómico. Soy chef y administrador en el rubro. Me gusta viajar, los vinos, etc... Dejé de fumar hace mucho, pero cada tanto disfruto de un buen habano con el whisky. Son esas cosas de gustos que uno se da en la vida en la medida que puede. Entonces me propuso hacer un programa con esa temática.
Así surgió la idea. No solo para hablar de whisky y de vinos, sino de cosas que nos hacen bien. Cosas que nos gustan. Y el programa comenzó a tener esa identidad.
Entonces, me rompía la cabeza con el nombre. Surgió porque soy el único soltero en un grupo muy íntimo de amigos. Soy padrino de algunos de los hijos de estos matrimonios y siempre fui el más suelto. Salía de viaje, un día estaba acá y al otro allá, etc... Un día uno me dijo que era un bon vivant. En una reunión estaba hablando de un viaje que había hecho, con aventuras y desventuras y una amiga dijo "con ese no te juntes, porque es mala compañía". Entonces, me acordé de ese momento y me gustó.
Inclusive, la frase que identifica al programa es "Un lugar donde las malas compañías a veces no suelen ser tan malas".
¿Cuál es el proceso de preparación de cada programa?
Tengo una base de cosas que identifican la propuesta. Por ejemplo, hablar de algún whisky o vino. Yo tengo un emprendimiento de vinos. No pretendo situarme en ese lugar de "tomamos porque somos borrachos", sino "bebemos porque es un placer degustar una buena bebida". Elijo, o pienso, en algún dato o curiosidad que tenga que ver con el whisky (que es algo que conozco), o también sobre un vino. Pero también la idea es que sea un espacio donde nos sintamos bien tanto los oyentes como yo. Es crear un ambiente distendido y cálido para hablar como si estuvieras sentado con varios amigos tomando algo rico, relajados. Pensando o fantaseando.
El armado del programa pasa por ahí. A las 19, cuando termina y emprendo el viaje de regreso a mi casa voy pensando en cosas que surgieron durante la emisión y quedaron en el tintero para ser deslizadas en el próximo.También durante la semana registro, en la grabadora del teléfono, las ideas que me surgen. Después le busco el detalle de interés para poder compartirlo en el programa.
Con Ese No Te Juntes tiene un momento para hablar de alguna bebida y un instante de reflexión. Allí deslizo un pensamiento propio o ajeno. Me gustan los cuentos cortos como técnica de actuación.
Antes de la pandemia estaba perfilando una obrita de teatro que se llama CuentaCuentos, que es un tipo en el medio de un escenario narrando cuentos cortos. Desde lo actoral, interpretar esa historia con la palabra y los gestos.
Como ahora no se puede, me propuse compartirlos en la radio.
La preparación es esa. Ir encontrando las cosas que me gusta compartir y que puedan tener una buena recepción.
¿Qué desafíos se presentan al hacer un programa en este entorno actual?
En todo lo que tiene que ver con el arte, el gran desafío es conmover al receptor. Creo que ése es el gran desafío.
En cuanto a lo cotidiano, en mi caso es manejarme dentro de una línea de expresión que no ofenda ni moleste a nadie. En definitiva, lo que uno pretende es conmover al oyente.
Como digo al principio de cada emisión: desde el estudio conmigo como anfitrión y del otro lado los oyentes tratamos de construir un pequeño lugar en el mundo que sea un refugio, un oasis, en el que nos podamos encontrar los miércoles.
Ponerle las pilas para que salga un buen programa. Dejar afuera del estudio lo que pueda estar padeciendo en la vida real para no trasladárselo al oyente. Y confiar en que lo que uno hace está bien. Ya sea para uno o para miles.
No desanimarse. Tener en cuenta que lo que hago es para darle al otro un momento agradable. Esa es la idea y el desafío.
En tus charlas siempre hay un lugar para el whisky, el vino y los viajes. ¿Cuál es el origen de estas pasiones?
Durante gran parte de mi vida no tuve oportunidad de viajar, salvo a los lugares de veraneo en la costa. Pero siempre tuve esa visión aventurera de fantasear con los viajes.
De pibe me imaginaba volando en aviones de un lado para el otro.
Esas fantasías se me dieron en dos formas. Lo de los aviones se me cumplió porque durante muchos años fui miembro de la Fuerza Aérea. Y parte de mi actividad tenía que ver con andar por todos lados en cuanto modelo de aeronaves y helicóptero, con excepción de los de combate.
El tema de los viajes era una deuda que tenía pendiente. Tardé mucho en comenzar a visitar lugares a los que podía, y quería, llegar. Hice muchos a países limítrofes, a México en varias oportunidades y en algún momento pude dar el gran salto: cruzar el gran charco y viajar por Europa.
Ese viaje por el viejo continente fue muy amplio. Tuve la suerte de poder hacerlo en 2018.
Unos años antes había comenzado a aprender a degustar el whisky como lo haría un sommelier. Elegir buenas marcas y aprender a diferenciarlos. Estaba con un grupo de amigos. La mayoría eran whiskeros y tuvimos que ir a un congreso que duraba dos jornadas. Estuvimos cinco días en Inglaterra y algunos no teníamos tanto apuro para volver. Los que decidimos quedarnos, optamos por pasear y además de recorrer el país transitamos la costa este de Escocia, algunas destilerías, donde parábamos un par de días y disfrutar del lugar. También conocimos una de las más emblemáticas en las tierras altas y llegamos hasta Loch Ness, bebimos allí y llegamos a Edimburgo.
Así, pude conjugar mi pasión por el whisky con los viajes y muchas anécdotas por el camino.
Después volvimos a Inglaterra, volamos a Holanda, pasamos por Bruselas, Francia y nos volvimos a Buenos Aires. Fue un mes fantástico. Los que hicimos la ruta del whisky nos hicimos un tatuaje conmemorativo en gáelico.
Siempre me gustó beber buenos vinos dentro de la posibilidad. Es una bebida muy noble, así como el whisky.
Esas son algunas de mis pasiones. Creo que están a la par de otra de las grandes, que es cocinar. Amo cocinar. Por eso estudié una carrera de cocina y soy chef internacional.
Supongamos que quedaras varado en una isla desierta.¿Cuáles son los 5 discos y 5 libros que te gustaría tener?
Soy de leer salpicadito. Hay un libro que he leído varias veces que se llama "La Importancia de Comprender", que es de un monje zen que se llama Lin Yutang. Lo empecé a leer de joven, con 18 años y es el día de hoy que lo releo.
Otro que me gustó mucho es "El Cerebro de Broca", de Carl Sagan. Otro que me regaló un amigo, hace mucho, que se llama "Los Rebeldes de Dios", de Jean Markale. Es un estudio que habla sobre las personas que se rebelaron contra Dios, de alguna forma.
También tengo libros de cocina. Alguno me gustaría.
Y otros que cada tanto hojeo y releo son los de García Márquez. Me gusta mucho como escribe. Esa cosa que te obliga a ir y volver. Esa técnica de escribir todo de corrido. Fue uno de los primeros grandes libros que leí de joven.
Me gusta mucho leer. El olor del libro. Sería un gran tesoro tener en una isla alguno de estos libros.
Con la música soy muy variado. Depende del día es lo que disfruto. Me gusta mucho el blues. Me gustaría tener un buen par de discos de los grandes bluseros.
Crecí escuchando a el rock sinfónico: Genesis, Yes, Jethro Tull con esa influencia de música celta. También la música clásica: Mozart.
Y algún tanguito de Goyeneche. Algún disco de Piazzolla. También algún reggae y ska.
Esa es mi música.
Pienso que todos, al igual que los buenos vinos y los whiskys, necesitamos encontrar ese momento de maduración, de encontrar una mejor versión de nosotros mismos.
Creo que es muy saludable agradecer la generosidad de los demás. Desde un simple saludo, el afecto y que te tengan en cuenta.
Muchas gracias!
*Fotos cortesía de Gustavo Pizzata Pace
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